
Fallaste madrecita abnegada
porque querías hacer bien tu trabajo,
o más bien, porque no querías quedar mal.
¡¿Cómo faltar a lo establecido?!,
a esos estereotipos que te mandan lo que debes ser
esos que te dicen: sé una madre abnegada.
Tierna y emotiva imagen
de esa señora cargando a su bebé indefenso
pero el bebé crece y tú lo sigues cargando.
¿Qué no has visto madrecita abnegada
a las águilas cuidar de sus polluelos
para que ellos puedan finalmente remontar el vuelo?
Porque a los hijos se les cría para que sean independientes;
pero tú en tu afán de ser imprescindible
no permites que tus hijos sean verdaderamente adultos.
"No te levantes mi'jo, yo te sirvo tu arrocito",
"no te aflijas aquí está tu camisa planchada",
"yo te coso el botoncito".
Has criado hombres dependientes:
de esos que cuando se buscan a una mujer
se buscan a una criada.
Has criado princesitas:
"que te den el paso, que te den el asiento,
porque como hombres ¡esa es su obligación!"
No has logrado educar a humanos independientes y felices,
en tu afán de ser una madrecita abnegada,
todo lo que has conseguido son adultos berrinchudos.